Cómo una escapada de vacaciones que parecía ser aburrida consigue ser una maravillosa aventura. Version para imprimir
Después de mi separación lo que más me apetecía era viajar, alejarme de mi entorno que me traía los malos recuerdos de los años vividos con Nuria, mi ex-pareja. Buscando viajes encontré un viaje a Roma, con visitas guiadas y todo organizado. Perfecto, no me apetecía pensar qué hacer y además Roma, a pesar de estar a unas horas de vuelo, era una ciudad que desconocía y me atraía mucho. Es cierto que había viajado a Roma con anterioridad pero por motivos de trabajo y realmente desconocía la ciudad, ya que las visitas en su mayoría, eran reuniones de aeropuerto o en hoteles a las afueras. Salía en dos días pero ni me lo pensé. Avisé en el trabajo que me cogía unos días y a la hora y día indicado estaba en el aeropuerto.
Allí nos recibió Gerardo, de la agencia de viajes y tras reunir a todo el grupo nos dio una serie de instrucciones. En Roma nos esperaba Fioretta Marzi, nuestra guía y acompañante en Roma. Echando un vistazo al grupo me temí que el viaje sería de lo más aburrido. Yo era de largo el mas joven (40 años) y el resto eran parejas o grupos de señoras mayores, de 65 años como mínimo... apasionante!
Pensé que me había equivocado, pero ya no podía hacer nada. Nos llevaron a la puerta de embarque y entramos en el avión. Miraba a un lado y a otro y prácticamente todo lo que veía era grupos de gente similar. Afortunadamente las azafatas no eran jubiladas. Qué panorama, por Dios! Comenzaba a entrar en depresión, no tanto por mi separación como por el muermo de viaje que me esperaba. Durante el viaje me puse unos auriculares y logré aislarme del asilo que llevábamos a bordo. No me los quité en todo el viaje hasta que avisaron de que llegábamos a Fiumicino, el aeropuerto de destino en Roma.
El jaleo de jubilados al llegar ni os cuento. Y creo que gracias a mí logramos saber por dónde salir y donde buscar a Fioretta, que era la guía que nos esperaba en Roma.
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