Estuve casi tres años trabajando en el extranjero, primero en la veraniega Sebastopol y después (y por mucho más tiempo) en San Petersburgo, en esencia como traductor-consultor legal, aunque, en la práctica, como intérprete, enlace, representante y hasta promotor empresarial o lo que fuera que la empresa requiriera de mí en el momento, dado que yo mismo me había mostrado dispuesto. No me gustaba estar ocioso, no sabía qué hacer si tenía demasiado tiempo libre y tan sólo me aburría, por lo que era preferible pasarme el día entero en el trabajo y regresar a casa tarde, o quizá quedarme un rato en el bar de la esquina tomándome una cerveza, yéndome luego a dormir, y al día siguiente lo mismo, fuese el día de la semana que fuera o la época que fuera, periodos festivos incluidos. No había tenido ninguna necesidad real de irme a ningún lado, dedicándome a más o menos lo mismo en mi ciudad natal, pero, tras mi engorroso divorcio, cuando se presentó la oportunidad de irme del país por una larga temporada (o incluso para siempre) le respondí a mi jefe de inmediato: “Sí, claro que sí, no hay problema, ¿cuándo me voy?”
De hecho, de no ser por la maldita guerra del Gran Zar contra Ucrania, igual me habría quedado tres o cinco o diez años más por allá, no sé si para siempre, por más que detestara los inviernos en la helada Petersburgo, o a lo mejor me habría marchado al cabo a Francia, donde podría realizar en esencia el mismo trabajo, siendo mi dominio del francés y el ruso lo que en primer lugar me diera la oportunidad de marcharme. Aunque sin duda mi licenciatura en Derecho me había ayudado, familiarizándome con los procesos, el análisis de los documentos y la terminología general, jamás ejercí en sí la profesión, dedicándome apenas terminar mis estudios a la interpretación y traducción de documentos legales, muchos de ellos largos tratados comerciales entre compañías de un país con otro, y la mayoría en inglés, aunque más y más frecuentemente en francés y al final también en ruso, que por el número mucho menor de traductores en ese idioma pagaba muy bien.
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